Para poder prestar a nuestra espalda la atención que se merece, debemos primero conocerla.
Así es nuestra espalda por dentro y así funciona:
Cuando la columna se mantiene alineada el núcleo se mantiene en el centro del disco y puede transmitir correctamente las cargas de una vértebra a la siguiente.
Al flexionar la columna, el núcleo se desplaza por el efecto de cuña que ejercen las vértebras sobre él.
Las fibras del anillo fibroso se comprimen en la parte delantera y se dilatan en la parte posterior. El núcleo desplazado aumenta la tensión de estas fibras, presionándolas.
Al enderezar la columna a la posición erguida, en un disco sano el núcleo regresa al centro del disco por el efecto de empuje que ejerce sobre él el anillo fibroso.
Los movimientos de rotación de la columna provocan un efecto de cizalla sobre los discos intervertebrales y por eso son especialmente lesivos, sobre todo en la región lumbar y combinados con movimientos de flexión.
La repetición de movimientos que imponen al disco esfuerzos anormales (flexiones de gran amplitud, rotaciones, etc) conduce antes o después a un deterioro progresivo del disco intervertebral.
© Unión de Mutuas · Avisos Legales · Política de privacidad y protección de datos de carácter personal · Webmaster